A continuación se presentan dos entrevistas;
La primera al pedagogo del Consejo Nacional Italiano Francesco Tonucci, la segunda a Massimo Recalcati psicoanalista, ensayista y profesor italiano, analiza en su último libro publicado en España la crisis que atraviesa la escuela como institución "Se ha roto el pacto generacional; los padres y los profesores ya no trabajan juntos en la educación de los jóvenes"
Estas hacen una crítica a la forma como los padres de familia resolvemos los problemas de nuestros hijos al ingresar en el sistema (estando en la escuela), los justificamos sobre cualquier falta que lleguen a tener pasando a ser "Sindicalistas" de nuestros hijos.
ENTREVISTA 1; A FRANCESO TONUCCI
"Los padres se han vuelto sindicalistas de
sus propios hijos"
El pedagogo del Consejo Nacional de Investigación
(CNR) italiano critica la hiperprotección a los niños
porque cree que perjudica su desarrollo a largo plazo.
En un mundo de niños sobreprotegidos, el pedagogo Franceso Tonucci (1941, Fano,
Italia) es un auténtico revolucionario. Creó en 1991 la idea de la ciudad de los niños,
una iniciativa que involucra no sólo a la comunidad educativa sino también a los
vecinos y comerciantes de los barrios, así como a los políticos de los municipios. El
objetivo consiste en que los pequeños vayan solos al colegio y recuperen así el juego en
las calles. La experiencia de Tonucci se ha vivido ya en algunas ciudades españolas
como Soria o en el cinturón barcelonés, y en otros países, en urbes como Pesaro en
Italia o Rosario en Argentina. Según él, los niños ganan y los adultos, también. Unos,
porque recuperan el concepto de vivir la aventura. Los otros, porque forjan a los futuros
adolescentes en el conocimiento de sus propios límites.
Las ciudades actuales, ¿no son para niños?
Los niños son rechazados por la ciudad, viven fuera de ella. La conocen a través de la
ventanilla de los coches de los padres, que los llevan, o a través de la televisión. La
viven como los peces viven el mundo desde el acuario.
Y usted asegura que esa distancia puede ser muy nociva.
No hay estudios en el tiempo como para saber qué va a pasar. Pero hay muchos
problemas relacionados con esto en la adolescencia, como, por ejemplo, el acoso
escolar, la hiperactividad, el uso precoz de alcohol y drogas, los accidentes de moto...
Todo eso lo resolvemos diciendo que son cosas de la adolescencia, pero yo no lo creo.
Creo que es realmente un problema de la infancia. Es la consecuencia de una infancia
que ha perdido la oportunidad de vivir el riesgo.
Estamos creando niños que no son autónomos.
Los niños, de por sí, van buscando el riesgo a medida que lo necesitan. Van superando
obstáculos y construyéndose. Es importante conocer la aventura y la frustración de
pequeño, no a los 14 años. Los riesgos son elementos necesarios del juego. La presencia
constante de adultos en los juegos de los niños impide que esto ocurra.
Usted defiende que los niños pueden ir solos al colegio desde los 6 años.
Sí. Lo único que hay que superar es el miedo de los padres.
Pero, en las grandes ciudades, el tráfico es un gran peligro.
En la ciudad, el tráfico es un problema cuando el niño va de la mano de su padre y se
suelta. No cuando va solo. En nuestros proyectos, los niños van juntos al colegio. Y ven
los principales problemas, como los cruces peligrosos. En ese caso, conseguimos que
colaboren ancianos, que se colocan en esos puntos para controlar y asegurar el paso.
Los padres también tienen miedo de que sean adultos los que abusen de sus hijos si
los dejan solos.
La violencia contra los niños existe, desgraciadamente, pero no ocurre fuera, sino
dentro. No es obra de personas desconocidas, sino de personas bien conocidas. Las
estadísticas dicen que los abusos, en más de un 90%, provienen de padres, parientes,
educadores, curas... De ello podemos sacar dos conclusiones. Una, que es muy difícil
engañar a un niño, a menos que él tenga confianza en ti. Otra, que una de las peores
cosas que podemos hacer es enseñar a los niños a desconfiar.
Usted también es muy crítico con la escuela.
La escuela está viviendo un mal momento. No le gusta a los chicos, aunque se dice que
eso siempre ha pasado. No le gusta a las familias, y eso es algo que antes no pasaba. Y
los padres están adoptando un papel muy dudoso, son sindicalistas de sus propios hijos,
y son capaces de denunciar a otros padres y a la escuela. En Italia, hay casos de padres
que denuncian a los maestros por cómo evalúan a los niños.
Los maestros tampoco están contentos.
Efectivamente. La enseñanza es una de las profesiones con mayor índice de
enfermedades laborales. Y esto no se entiende. Es cierto que es una profesión muy dura,
muy sacrificada, pero también tendría que ser una muy gratificante. El problema es que
el colegio ha querido pasar de ser una escuela de pocos a ser una para todos, pero se ha
mantenido como una escuela de pocos. En mi época, la mayoría de los chicos dejaba la
escuela, porque eran de familias pobres. Los que seguían lo hacían porque tenían
familias ricas o cultas, donde se vivía la experiencia cultural y había una base sobre la
que escuela añadía más cosas, como la caligrafía, la historia, etcétera.
Entonces, ya no es una escuela para minorías.
Afortunadamente se ha ampliado el acceso a la escuela: prácticamente todos van y casi
nadie abandona. Pero la escuela se ha quedado igual. Está basada en el complemento y
en muchos casos, no hay sobre qué complementar, porque la mayoría de los niños que
van hoy día a la escuela no tiene esa base cultural.
ENTREVISTA 2; Massimo Recalcati: "Los padres se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos"
A Massimo Recalcati (Milán, 1959) se le considera en Italia una especie de rock star del psicoanálisis. Ensayista mediático y profesor en varias universidades, se dedica a analizar los males de la hipermodernidad. En La hora de clase, que acaba de publicar Anagrama, reflexiona sobre el papel de la educación en una sociedad en la que se ha diluido la autoridad paterna y, por extensión, la del profesor. A diferencia de lo que ocurría en la generación del 68, los jóvenes ya no tienen que rebelarse contra sus progenitores -ni matar, como Edipo, al padre- porque los tienen a su lado, convertidos en compañeros de juegos. «El maestro está cada vez más solo y humillado», sostiene Recalcati, que reivindica la figura del docente que despierta en el alumno la pasión por el conocimiento.